Trastornos invisibles: la lucha que enfrentan niños, adolescentes y adultos mayores


En la infancia, berrinches extremos, falta de lenguaje o evitar la mirada podrían ser algo más que una etapa pasajera. En la adolescencia, el desinterés escolar o la dificultad para controlar emociones podrían reflejar trastornos neurocognitivos. En la vejez, olvidar palabras o desorientarse en el propio hogar podría ser una señal temprana de demencia.

Aunque hoy se habla más sobre la salud mental, los trastornos del neurodesarrollo y neurocognitivos, que afectan a miles de personas desde la niñez hasta la adultez mayor, siguen siendo poco visibilizados.

Según la neuropsicóloga Cristina Gualino Peralta, en Tecomán, los trastornos más frecuentes en la niñez son el autismo en sus distintos grados, el TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad) y la dislexia, que impacta las habilidades de aprendizaje. Muchos de esos diagnósticos llegan tarde, cuando ya hay rezago escolar o dificultades de socialización.

“La detección temprana puede marcar una gran diferencia. Durante los primeros años de vida, el cerebro es altamente plástico y receptivo”, explica Gualino. Añade que la neuroplasticidad, aunque más activa en la infancia, continúa a lo largo de la vida, dependiendo de cómo la estimulamos.

En adolescentes, los principales problemas que requieren atención son la desregulación emocional, la ansiedad, la depresión y trastornos de personalidad como el TLP (trastorno límite de la personalidad). Durante esa etapa, el cerebro está consolidando funciones ejecutivas esenciales como el control de impulsos, la toma de decisiones y el razonamiento. Lo que a menudo se interpreta como “mala conducta” podría ser, en realidad, una lucha interna con procesos neurocognitivos complejos.

En adultos mayores, los casos más frecuentes incluyen deterioro cognitivo leve, demencias como el Alzheimer o la demencia frontotemporal, así como las secuelas de eventos cerebrovasculares (EBC). Aunque esos padecimientos no pueden revertirse, tratamientos como la estimulación cognitiva y el acompañamiento emocional pueden retrasar su avance y mejorar la calidad de vida.

Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente